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Acaba con la angustia o la apatía con las flores de Bach

Este artículo sobre las flores de Bach es muy interesante, os invito a que lo leáis.

Para el médico inglés Edward Bach, la causa de las enfermedades son las emociones, y para curar el físico, hay que curar la mente.

Para este humanista y amante de la naturaleza, especialista en bacteriología y homeopatía, los extractos de algunas flores son el medio para combatir las alteraciones que terminan por enfermarnos.

Hasta el momento ha sido difícil explicar racionalmente el efecto de este sistema terapéutico. Sus seguidores aseguran que estas plantas tienen el poder de impregnar nuestro organismo, igual que una bella música con vibraciones sutiles y frecuencia elevada. No es captada por nuestros sentidos, pero esta esencia floral aporta los elementos positivos que necesitamos, depurando nuestro cuerpo, calmándonos y disolviendo las enfermedades.

Pétalos que curan

‘Para Bach, los remedios florales nos equilibran psíquica y emocionalmente, reparando nuestro estado de ánimo alterado’, explica el médico naturista Miquel Pros Casas, co-fundador de la Asociación Española de Médicos Naturistas. Las flores de Bach emplean 38 flores de plantas psicotrópicas, que alivian distintos estados de ánimo y sentimientos negativos afectan nuestra salud:

Físicos: Problemas de la menopausia, migraña, dolor de espalda, asma, hipertensión, úlcera, eccemas.

Psicológicos: Abatimiento, angustia, debilidad, desesperación, desinterés, hipersensibilidad, incertidumbre, insomnio, miedo, soledad.

Las flores de Bach también son útiles en personas que no están enfermas para prevenir o resolver algún estado depresivo, cansancio mental, estrés o sentimiento de culpa injustificado.

Botiquín botánico

Las flores de Bach se clasifican en siete grupos, según el tipo de conflicto que combaten:

Acebo: resolver celos, rencor o sospecha.

Castaño rojo: aliviar una preocupación excesiva por los demás.

Ceratostigma: combatir la falta de confianza en uno mismo.

Genciana: contrarrestar desánimo y pesimismo.

Madreselva: ayudar a individuos nostálgicos del pasado.

Manzano silvestre: para quienes no se aceptan como son.

Mimulus: tratar fobias y miedo a volar o morir.

Olivo: para el agotamiento debido al sufrimiento.

Rosa silvestre: combatir resignación y apatía.

Sauce: contra el rencor, resentimiento y amargura.

Scleranthus: beneficia a quienes son incapaces de decidir.

Vid: para personas dominantes e inflexibles.

El centro Bach

En el Centro Bach, situado en Oxfordshire, Inglaterra, el Dr. Bach completó sus investigaciones. Ahí se producen con el método original y estrictamente artesanal las tinturas que se distribuyen a todo el mundo. Del jardín del Centro Bach se toman los pétalos de la flor y se colocan en vasijas con agua pura de manantial y unas gotas de coñac, que actúan como conservadores. Se exponen 24 horas a la luz solar directa, para que el líquido se impregne con la esencia de la planta. Stefan Ball, autor de varios libros sobre las flores de Bach, señala que ‘excepto la vid y el olivo, que se cultivan exclusivamente en España, todas las flores usadas son silvestres’. Aunque algunas son muy raras y son protegidas, muchas se encuentran en los bosques.

¿Para quiénes son?

La terapia floral es útil para personas de todas las edades y estados. Quienes son más sensibles suelen reaccionar más rápido al tratamiento, por ejemplo los niños. Se puede usar como complemento de otras técnicas que influyen en el ánimo, como la psicoterapia, el control mental o la meditación. Es libre de contraindicaciones, y puede aplicarse junto con otros medicamentos. A partir de una entrevista con el paciente, se hace un diagnóstico para conocer su estado de ánimo. Se le pregunta sobre su vida familiar, laboral, hábitos y enfermedades frecuentes, y se le practican tests psicológicos para conocer sus emociones conflictivas.

El tratamiento floral consiste básicamente en tomar las gotas varias veces al día, pulverizar las esencias en el aire de una habitación, o aplicarlas en cremas para la piel. La cantidad de sesiones varía según la persona y el problema, pero un tratamiento suele durar seis meses, con una visita al terapeuta cada quince días.

Fuente: esmas