Cómo preservar la autonomía personal en casos de dependencia

De forma involuntaria, cuando cuidamos a una persona dependiente, podemos acabar sobreprotegiéndola, de tal manera que le acabemos haciendo todas las tareas nosotros mismos. Esto es un gran error, ya que se debe de fomentar la autonomía, todas las tareas que pueda hacer él solo, hay que fomentarlas y no hacerlas nosotros, aunque tarde más en hacerlas, sino lo que estamos haciendo es incapacitarles aún más.
Una persona en situación de dependencia puede perder autonomía para realizar actividades de la vida diaria, pero no todas.
Realizar estas actividades, básicas e instrumentales, es fundamental en nuestra vida diaria. Así, fomentar la autonomía será crucial para mejorar su bienestar y su calidad de vida.
Se recomienda que la persona intente realizar las actividades diarias por sí sola y si no fuera posible, con la ayuda justa y suficiente. Además, hay que tener en cuenta la seguridad al realizarlas, las ayudas técnicas que pueden incorporarse y el mantenimiento de las relaciones sociales y familiares. Esta ayuda que es positiva, no lo es tanto cuando se hacen cosas por ellos que aún son capaces de hacer, aunque sea de manera parcial.
Por ejemplo: la persona puede vestirse, pero lentamente y con dificultad, y el cuidador lo hace por él o ella para evitarle dificultades; sí no se permite la oportunidad de demostrar su independencia en esta tarea y si este hecho ocurre de forma frecuente provoca que se pierda esa habilidad por desuso.
A veces cuando las personas con discapacidad se muestran independientes para alguna actividad, los cuidadores les amonestan o critican por haberse comportado con independencia.
Por ejemplo, cuando el cuidador está realizando otra tarea la persona con discapacidad se levanta sin ayuda para cambiar de asiento y el cuidador le recrimina por no haberle pedido ayuda, en vez de estimularlo por logro.
También es habitual que cuando la persona con discapacidad realiza habitualmente algo en lo que demuestra su autonomía como vestirse, recoger su habitación, etc. y no demanda ayuda de los demás, suele pasar desapercibido, ignorándose su comportamiento autónomo. No se le reconoce su esfuerzo. Es frecuente que las conductas que no tienen consecuencias positivas como ese reconocimiento o elogio de los demás, ese premio, dejen de realizarse.
En las actividades de autocuidado se recomienda lo siguiente a grandes rasgos:
- Sobre la alimentación, si es posible, la persona debe sentarse a la mesa a comer.
- En caso de necesitar silla de ruedas, se adaptará el espacio y la silla para colocarse en la mesa adecuadamente. También y si es necesario, se utilizarán cubiertos adaptados para que la persona pueda seguir utilizándolos
- En cuanto al vestido, es fundamental que la ropa sea la adecuada para la movilidad de la persona en situación de dependencia. Para mantener lo más posible su autonomía deben elegirse prendas cómodas y fáciles de poner. Además, se pueden utilizar herramientas que faciliten esta tarea. Por ejemplo, calzadores largos.
- Baño. Si queremos aumentar o mantener la autonomía deberemos adaptar el cuarto de baño. Esto implica colocar asideros en la ducha o bañera, antideslizantes o silla para la ducha (si fuera necesario), entre otros.
Las ayudas técnicas son herramientas para favorecer la autonomía de las personas en situación de dependencia. Éstas fomentan la independencia para realizar actividades de la vida diaria. Por lo tanto, disminuyen las posibles limitaciones que puedan darse en estas situaciones.
Consejos útiles para fomentar la autonomía
- Cuando hable con una persona que tiene una discapacidad, mírela y hable directamente con esa persona, en lugar de hacerlo con el acompañante o asistente.
- Cuando hable por más de unos pocos minutos con una persona que usa silla de ruedas o escúter, use una silla cuando sea posible para que usted se ponga al mismo nivel de los ojos de la persona; esto facilita la conversación.
- Personas que caminan despacio y/o que utilizan muletas: ajustemos nuestro paso al suyo. Evitémosle posibles empujones. Ayudémosle si tiene que transportar objetos o paquetes. No le separemos de sus muletas.
- Personas que utilizan silla de ruedas: para hablar con una persona que utiliza silla de ruedas, situémonos de frente y a la misma altura (de ser posible sentados). Si desconocemos el manejo de la silla de ruedas, preguntémosle al usuario cómo podemos ayudarle. Dirijámonos a la persona en silla de ruedas y no a su acompañante.
- Personas con discapacidad para hablar: procuremos no ponernos nerviosos si una persona con dificultad para hablar se dirige a nosotros. Tratemos de comprender, teniendo en cuenta que el ritmo y la pronunciación son distintos a los acostumbrados. Si no hemos comprendido lo que nos dice, conviene hacérselo saber para que utilice otra manera de comunicarnos lo que desea. No aparentemos haber comprendido si no ha sido así.
- Personas con discapacidad visual: identifiquémonos siempre al dirigirnos a una persona con discapacidad para ver. Si le ofrecemos o indicamos alguna cosa, describámosle de qué se trata y en qué lugar exacto se encuentra. Si precisa de nuestra ayuda, ofrezcámosle el brazo y caminemos ligeramente por delante. Advirtámosle de posibles obstáculos que se encuentren a su paso. No la dejemos sola, sin comunicárselo antes.
- Personas con discapacidad auditiva: dirijámonos a la persona con discapacidad para oír cuando nos esté mirando, evitando hacerlo si se encuentra de espalda. Si no conocemos la lengua de señas, hablémosle despacio y claramente, con el rostro bien iluminado. Verifiquemos que ha comprendido lo que le tratamos de comunicar. En caso de mucha dificultad, podemos escribir aquello que queremos decirle.
- Personas con dificultades de comprensión: seamos naturales y sencillos en nuestra manera de hablar a la persona con limitaciones de comprensión. Respondamos a sus preguntas, asegurándonos de que nos ha comprendido. Salvo para cuestiones intelectuales, tratémosle de acuerdo con su edad cronológica. Limitemos la ayuda a lo necesario, procurando que se desenvuelva sola en el resto de las actividades. Facilitemos su relación con otras personas.
- Personas con alteraciones del comportamiento: seamos discretos en el contacto con personas afectadas de discapacidades para las relaciones personales. Evitemos situaciones que puedan generar violencia, como discusiones o críticas. Tratemos de comprender su situación, facilitando siempre su participación en todas las actividades.
Para poder favorecer la autonomía de una persona dependiente, como cuidadores podríamos utilizar:
- Escucha activa: oír no es escuchar. Es necesario sentarse frente al discapacitado y escuchar atentamente lo que quiere decir, mirándolo a los ojos, sonriéndole, tomándole las manos. Con frecuencia se trata de «consolar» al paciente sin antes saber lo que realmente piensa o siente.
- Refuerzo positivo: estimular diariamente de forma verbal las conductas positivas de la persona, esto permitirá aumentar la frecuencia de dichas conductas. El reconocimiento verbal se debe acompañar de expresiones de afecto como sonreírle, acariciarlo o tomarle las manos.
- Empatía: consiste en ponerse en el lugar de la persona limitada y pensar cómo nos sentiríamos nosotros. Es comprender la situación de la persona dependiente y justificar su modo de actuar.
- Interpretación de las quejas: la persona dependiente a menudo manifiesta inseguridad y lo expresa a partir de quejas constantes. El cuidador en vez de molestarse y requerir al paciente debe tratar de comprender el porqué de las quejas que generalmente expresan una inconformidad e insatisfacción con su vida actual. Es importante brindarle toda la atención necesaria en estos momentos para aliviar su angustia.
- Actitud positiva: por muy dependiente que se encuentre la persona cuidada siempre el cuidador podrá hacer algo para mejorar su situación
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