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Diferencias entre miedo, fobia y ansiedad infantil

Un gran problema con el que se pueden encontrar padres y educadores al tratar con niños y adolescentes es la ansiedad infantil; un sentimiento de desasosiego que no siempre es fácil reconocer, que puede hacer que eviten ciertas actividades y con ello su vida se vea alterada y consecuentemente empobrecida.

La ansiedad se diferencia del miedo y la fobia por el estímulo desencadenante (lo que lo provoca) y por la respuesta (reacción del niño). La conducta ansiosa no parece tener ninguna relación con situaciones o estímulos que hayan sucedido anteriormente, al contrario de lo que ocurre con la fobia y el miedo. Además, en el caso de la ansiedad, la respuesta, la preocupación y el nerviosismo se prolongan a lo largo del tiempo (en el caso del miedo y la fobia son períodos más cortos e intensos).

Recordemos que la ansiedad no deja de ser una respuesta normal y adaptativa ante amenazas reales o imaginarias, que prepara al organismo para reaccionar ante una situación de peligro y, por ello, es una respuesta necesaria y útil en nuestras vidas. Sin embargo, estaremos delante de un problema cuando:

– Se produce ante estímulos que no son realmente una amenaza.

– Es de una intensidad desproporcionada.

– Persiste más de lo necesario.

– Influye y altera de forma negativa las áreas importantes del niño.

Los tratamientos que se han mostrado más eficaces son la relajación y la práctica reforzada (consiste en utilizar el refuerzo para enseñar conductas adaptativas que queremos introducir y recurrir a procedimientos de extinción para eliminar los comportamientos fóbicos).