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El Ebro que desemboca en el río Segre

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Escrito por Equipo Editorial

Todos los ríos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.

Empezamos con estas sabias palabras escritas hace más de 2500 años para ilustrar lo que estos días atrás ha estado sucediendo en la cuenca del río Ebro. Y es que de nada sirven los embalses, ni las presas, ni el resto de obras de ingeniería hechas por el hombre porque cuando la naturaleza, y en este caso el río, decide tomar lo que es suyo, lo toma  por derecho y las consecuencias son devastadoras para nosotros los humanos.

Así que estando el río Ebro hoy de actualidad queremos haceros reflexionar sobre algunas de aquellas cosas que de pequeños nos enseñaron sobre él en el colegio y que, quizás, muchos no habéis puesto nunca en duda. Nos enseñan sobre el Ebro que es el segundo río más largo de la península, por detrás del Tajo, y que nace en Cantabria, en el pequeño pueblo de Fontibre, para desembocar en el mar Mediterráneo formando el principal delta de nuestro país.

Pues bien, nosotros no vamos a poner en duda la ubicación de su nacimiento pero sí que queremos que reflexionéis sobre los otros datos que os hemos recordado: ¿es la longitud que nos enseñaron del río Ebro (unos 950 km) la real? ¿Es el Ebro el río que realmente desemboca en la provincia de Tarragona?

Quizás ya nuestro lector empiece a entender el título de nuestra entrada y es que si quisiéramos cambiar las cosas, podríamos perfectamente decir que es el río Segre (hagamos un inciso para recordar que, tal y como nos enseñaron, es el Segre el principal afluente del Ebro) el que desemboca en Tarragona (hablaríamos entonces del delta del Segre), y la consecuencia de esta atrevida afirmación, obviamente sería la modificación de las longitudes totales de ambos ríos.

Pero no demos por ciertas nuestras reflexiones porque, teniendo en cuenta todo lo que nos enseñaron, resulta que el río Ebro es el río principal, por lo tanto, cualquier otro curso de agua, como el río Segre, que vaya a parar a él, se le considera su afluente. En este sentido, la cartografía que nos muestra los cursos de los ríos sobre un mapa, no hace más que confirmar las cosas, ya que, por convención, se representan los ríos principales con un grosor mayor que los secundarios y terciarios. Así pues, estamos sugestionados a creer que un río es el principal y no otro, pero ¿por qué se considera un río como principal y otro como afluente? ¿Es acaso una cuestión de caudal? ¿Es quizás una cuestión de longitud?

La respuesta es que se trata simplemente una cuestión de toponimia; de cómo llamamos o dejamos de llamar a un cauce de aguaSi bien es lógico pensar que en la confluencia de dos cauces de agua, se debiese considerar como cauce principal aquél más caudaloso, no siempre ocurre así. De hecho, a apenas un kilómetro de superar la presa del embalse de Mequinenza (desde que ésta existe), Ebro y Segre se encuentran, siendo (en condiciones normales) el caudal del Segre mayor que el del Ebro.

Por otro lado, generalmente, en hidrología también tiende a considerarse como río principal aquél cuya suma de los diversos posibles tramos, dé una longitud mayor para el río, pero tampoco es una regla exenta de excepciones. Por ejemplo el río Misuri es un afluente del Misisipi, pero si se considerase al revés, la longitud del río Misuri sería muy superior a la que ahora tiene el Misisipi.

En definitiva, que no nos quede ninguna duda de que el Segre es un afluente del Ebro, pero debemos ser muy conscientes de que ello es así por una simple cuestión toponímica.

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