Estrategias para estimular la curiosidad
La curiosidad en los niños de educación infantil es innata, de modo que, como padres o educadores nuestra labor es la de cultivar y estimular la curiosidad y utilizarla como medio de aprendizaje. La curiosidad es el motor que provoca que el niño tenga el interés necesario para aprender.
Estimular la curiosidad en educación infantil. Veamos un ejemplo:
Pedro está en el patio y de pronto se agacha y dice:
-Mira profe, ¡un caracol!
La profesora en ese momento está pendiente del resto de niños y le dice:
– Ahora no pedro, deja eso y ve a jugar con tus compañeros.
Sin quererlo, con esta actitud, la profesora está menoscabando esta curiosidad infantil tan innata en los niños. Le transmite el mensaje de que observar, querer aprender, es una tontería, una pérdida de tiempo. Quizá, si en ese momento no podía prestar atención a Pedro podría haberle dicho que luego buscarían un juego relacionado con los caracoles para hacer todos en clase. De este modo le transmite al niño que aunque en ese momento no puede atenderle sí que ha visto su interés por el caracol y más tarde harán algo en relación a ello.
Es importante destacar la importancia de aprovechar ocasiones en las que algo despierta la curiosidad de los niños para generar algún aprendizaje de ello. De hecho, existen evidencias científicas que muestran que en el momento que hay un estímulo nuevo y que provoca sorpresa, el cerebro activa ciertos tipos de neuronas. Esa emoción generada por la curiosidad de conocer qué es «eso nuevo» nos lleva a querer descubrirlo. Por tanto, la curiosidad favorece el aprendizaje y el desarrollo infantil.
¿Qué podemos hacer como padres o como educadores de educación infantil para estimular la curiosidad? Veamos los siguientes tips y ejercicios para conseguirlo:
1. Prestar atención y responder a sus preguntas. Es necesario estar atento a aquello que despierta su interés y procurar responder a sus preguntas evitando frases como «porque sí» o «las cosas son así». Este tipo de respuesta le indica al niño que sus preguntas, su curiosidad no es bien recibida, haciendo que a la larga deje de preguntar y de querer saber sobre las cosas.
2. Incitar a la observación y a que se hagan preguntas. Podemos mostrarle algo que hemos visto y preguntarle qué le parece, por ejemplo. Se trata de hacer que preste atención a objetos, animales, personas o situaciones que le han podido pasar desapercibidas y después generar la posibilidad de que se pregunte acerca de ellas.
3. Dar ejemplo. Compartir su interés y curiosidad por el mundo: Los niños hacen lo que ven hacer, es decir, copian las conductas de sus padres y profesores. Si queremos ser un buen modelo para ellos debemos mostrar interés por aquello que nos rodea. Una buena estrategia es preguntarnos en voz alta cosas que nos ocurren y que despiertan nuestro interés. Por ejemplo: estamos comiendo algo muy rico en un restaurante y se te ocurre preguntar en voz alta: ¡Esto está muy rico! ¿De qué estará hecho? Podemos preguntarle al cocinero, o al llegar a casa buscar juntos recetas en internet.
4. Proporcionar experiencias relacionadas con sus interés. Animarle a averiguar más cosas. Se trata de apoyar sus intereses. Por ejemplo: si es fan de los coches podemos llevarle a una exposición o feria del automóvil. El objetivo es que perciba que valoramos su interés y queremos ayudarle a aprender más sobre ello.
5. Dejarle hacer las cosas por sí mismo. Una gran traba a la curiosidad son las frases «no se hace así, tienes que pintar esto de esta manera», «no lo estás haciendo bien, deja que ya lo hago yo», «no lo toques que te ensucias», etc. Todas las estas frases afectan negativamente a la creatividad y son un freno a las conductas que les lleva a explorar y a ser curiosos. Es importante usarlas con poca frecuencia y siempre explicando el motivo por el que no queremos que lo haga.
De cara a contextos más educativos, existen una serie de ejercicios o aspectos que nos ayudarán a estimular su curiosidad:
1. Crear un contexto de intriga. Por ejemplo, proponiendo un ejercicio totalmente inesperado y que en apariencia no está relacionado con aquello que estamos trabajando en el aula.
2. Proponer un desafío y animarles a conseguirlo. Es importante que éste sea realista, que implique esfuerzo, pero que sea alcanzable en función de su nivel.
3. Comenzar con algo diferente que haga de puente entre la realidad y lo que se está estudiando. Por ejemplo: «Al venir hoy hacia la escuela he visto en la calle…»
4. Crear una atmosfera de confianza, que invite al diálogo y a hacerse y hacer preguntas.
5. Dar tiempo para reflexionar. Las prisas son las primeras enemigas de la curiosidad.
6. Reforzar el mérito y las buenas preguntas. De esta manera estamos reforzando de forma positiva la curiosidad, el querer aprender.
Por lo tanto, padres y educadores debemos ser conscientes de la importancia de estimular la curiosidad en la etapa de educación infantil. Una curiosidad que ya es innata y que debemos procurar no frenar con nuestras actitudes o conductas y que podemos potenciar mediante los sencillos consejos que acabamos de ver.
Qué opináis, ¿es necesario estimular la curiosidad en la etapa de educación infantil? ¿Qué hacéis vosotros para conseguirlo?
Nancy López Lago