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La discapacidad infantil en el aula

La discapacidad infantil en el aula

Escrito por Laura López Mera

Actualmente, son muchos los niños que son diagnosticados con distintas Necesidades Educativas Especiales (NEE) e, indiscutiblemente, la sociedad en general y las escuelas en concreto, deben estar organizadas de tal manera que satisfagan sus necesidades educativas y ayuden con sus dificultades de aprendizaje para conseguir una buena inclusión educativa que será la base de su posterior integración en la sociedad y en el mundo laboral. Pero, ¿cómo podemos afrontar las dificultades ante alumnos con NEE en el aula?, ¿es fácil fomentar la integración entre los alumnos?

Para ponernos en situación, hay que responder a una pregunta clave:

¿Quiénes son los alumnos con discapacidad infantil y, por tanto, con NEE? 

Según Warnock (1979), son aquellos estudiantes que presentan dificultades de aprendizaje o desfases en relación con el currículo que les corresponde por edad, y que requieren para ser atendidas medios de acceso al currículo, adaptaciones en el currículo mismo y/o una atención especial a la estructura social y clima emocional en el que tiene lugar el hecho educativo.

Las NEE pueden ser de dos tipos: temporales y permanentes. En el primer grupo encontramos a alumnos con problemas de aprendizaje, problemas de lenguaje, problemas afectivos, problemas conductuales, problemas de atención… En el segundo, tenemos alumnos con discapacidades tales como intelectuales o sensoriales (visual y auditiva), motoras y también encontramos altas capacidades (talento y/o sobredotación).

La cuestión es que los alumnos con discapacidades leves o moderadas y los NEE a nivel educativo, en general son capaces de seguir el ritmo de aprendizaje de los niveles de infantil y primaria, por lo que pueden ser escolarizados dentro del aula ordinaria. Y aquí se abre la cuestión que preocupa a tantas familias y profesores: ¿está el aula ordinaria preparada y bien equipada en recursos para acoger a este tipo de necesidades?, ¿es posible llevar a cabo la  integración con este tipo de alumnos?

Cuando hablamos sobre integración o inclusión educativa se hace referencia a las características individuales de cada niño, a sus capacidades e intereses y a sus necesidades individuales dentro del proceso de aprendizaje. Una educación inclusiva reconoce la diversidad que se puede encontrar en el aula como un valor añadido y deja al margen diferencias de género, étnicas, sociales y, por supuesto, de capacidades.

Se considera que una escuela es inclusiva cuando está preparada para atender la diversidad de los alumnos, incluyendo la discapacidad infantil. Esto implica un proyecto educativo que lo tenga en cuenta, una gestión comprometida para lograr una infraestructura adecuada y unos maestros implicados para realizar las adaptaciones curriculares que sean necesarias.

¿Por qué es tan importante la inclusión y en qué nos beneficia?

La inclusión enriquece el trabajo pedagógico desarrollando enfoques centrados en el alumno más activos y participativos. Además, promueve la aceptación de las diferencias y, por tanto, es una buen manera de vencer la discriminación. Asimismo, como sociedad debemos ser capaces de convivir, de valorar y aceptar las diferencias, de respetar y de tener en cuenta los puntos de vista de los demás. Simpatizar con este tipo de problemáticas desde pequeños nos vuelve tolerantes y sensibles a este tipo de necesidades existentes dentro de nuestra sociedad.

¿Cuál es el perfil de un profesor inclusivo?

Es una persona flexible en la metodología, que valora las capacidades de todos sus alumnos, que está en constante renovación para atender y realizar las adaptaciones que sean necesarias, que es creativo y que tiene una actitud positiva frente a la diversidad. En definitiva, un docente implicado.

Pero a pesar de esto, los tutores de aula se suelen encontrar con serias dificultades puesto que en general estos alumnos no suelen seguir el mismo ritmo de aprendizaje que los demás alumnos y tienen el reto diario de poder integrarlos en sus actividades escolares para que puedan participar e integrarse como uno más.

Como aspectos positivos al hecho de tener alumnos con necesidades educativas especiales en el aula ordinaria podemos señalar que las ayudas que suelen haber para estos alumnos repercuten en el resto de alumnos positivamente. Pongamos varios ejemplos sencillos: se suelen minimizar barreras arquitectónicas (sobre todo en el caso de discapacidades motoras), se mantienen los espacios acondicionados y preparados acorde a las necesidades de los niños, las salas suelen estar alejadas de ruidos externos que dificulten la atención y concentración del niño, suelen tener material visual de apoyo en las paredes para favorecer el trabajo de los alumnos y aportarles seguridad, suelen tener aulas bien iluminadas con luz natural, a veces, cuentan con un profesor añadido dentro del aula siendo dos docentes los que están con los alumnos, etc.

Todo esto son aspectos positivos que repercuten en la calidad de atención hacia los pequeños pero lo más importante es un clima de convivencia e integración.

¿Cómo crear un buen clima de convivencia e integración?

Se trata de que el profesor vea las NEE o la sicapacidad infantil como una oportunidad para enriquecer y dar valor a situaciones cotidianas. Ser una persona abierta, tolerante, comprensiva y flexible hará que el resto de los alumnos lo tomen como ejemplo y aprendan a convivir con las NEE con total normalidad. Dar pie a que todos tengan su lugar en aula, todos sean escuchados y valorados, compartan juegos que obviamente serán adaptados para las NEE pero que nos sirven a todos… Todo esto fomenta ese respeto, confianza y aceptación tan importantes que los niños deben interiorizar.

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