Las algas marinas refuerzan la salud
Desde tiempos de la antigüedad, ya el padre de la medicina griega, Hipócrates, afirmaba que el alimento debe ser nuestra medicina. Con ello reforzaba el concepto de que “somos lo que comemos”.
No debe sorprendernos entonces que se piense en las algas marinas como un excelente complemento en la alimentación por su alto valor nutritivo.
Un dato interesante es saber que 600 años antes de Cristo las algas formaban parte habitual de la dieta mediterránea.
Las algas son una excelente opción para incluir en dietas de adelgazamiento ya que, como alimento rico en minerales, vitaminas y proteínas, se añade su ventaja de no aportar calorías ni grasas. Además, su riqueza en fibra vegetal permite controlar la sensación de hambre y favorecer el tránsito intestinal.
La calidad de sus proteínas es de alto valor biológico, contiene aminoácidos esenciales y tienen una digestibilidad de un 95%, mucho más alto que la carne o incluso las proteínas de la soja.
Las algas marinas reúnen las características esperadas de un alimento saludable.
Una de las algas más consumidas en dietas adelgazantes es el alga espirulina, que tiene una gran capacidad saciante, ayudando al control de la sensación de apetito.
Otro componente de interés y muy peculiar en las algas es el ácido algínico, el cual puede “fijar” los metales pesados o contaminantes (por ejemplo, el mercurio) ingeridos con la alimentación y arrastrarlos al exterior junto con el resto de productos de desecho de nuestro organismo. Por tanto, realiza un efecto depurativo en nuestro cuerpo.
En conclusión, científicamente los estudios se vuelcan a sacar el máximo partido de las propiedades nutritivas del las algas y su capacidad de curar y prevenir algunas enfermedades. Progresivamente se están incorporando a las dietas occidentales, siendo de consumo habitual en Canadá, Sudamérica y algunos países europeos.