¿Por qué se llama Benemérita a la Guardia Civil?
Al cuerpo de los/as guardias civiles se le conoce normalmente cono Benemérita. Sin embargo, esto no siempre fue así. Hubo que aguardar casi un siglo para que el sobrenombre, que tiene su propio y curioso relato, se consolidara. Hoy, te explicamos por qué se llama Benemérita a la Guardia Civil. ¡Adelante!
Conoce los orígenes de la Benemérita: ¿de dónde viene?
Seguro que lo has usado muchas veces como sinónimo para referirte a sus agentes, pero ¿por qué se llama Benemérita a la Guardia Civil? Para responder a la pregunta, debemos remontarnos al siglo XIX, cuando surge bajo el mandato del II Duque de Ahumada, Don Francisco Javier Girón y Ezpeleta, con el fin de proteger los caminos de los constantes ataques que sufrían por parte de bandoleros y malhechores tras la Guerra de la Independencia contra Francia.
En aquel tiempo, no había, como ahora, que superar unas Oposiciones a la Guardia Civil para entrar en la formación. No obstante, sí que se exigía a los/as agentes “disposición y honradez”, disciplina y el compromiso de servir a la población, independientemente de los virajes políticos que el país experimentara.
Con estas y otras indicaciones, publicadas en la Gaceta de Madrid, nacía el cuerpo el 14 de mayo de 1884 bajo el reinado de Isabel II. El objetivo era dar vida a un equipo de —por entonces solo hombres— de excelencia, dispuestos a “proteger a cualquier persona que se vea en algún peligro o desgracia”, perseguir a quienes incumplan las leyes y vigilar los montes, los pastos y la pesca.
La Guardia Civil se considera Benemérita desde que se le entregó, por sus servicios, la Gran Cruz de la Orden Civil de Beneficencia
Como ves, el puesto fue concebido sobre la base del sacrificio personal y la justicia, por lo que no resulta extraño que la prensa y la propia ciudadanía le agasajara con un sobrenombre al nivel de su misión. El porqué de que la Guardia Civil se llama Benemérita fue un modo de agradecerle sus servicios, ya que el término significa nada más y nada menos que «digno de galardón».
De hecho, para ser “benemérito” debías tener uno: la Gran Cruz de la Orden Civil de Beneficencia, que el Estado le otorgó al cuerpo el 4 de octubre de 1929. Aunque hay muchas más personalidades e instituciones que la portaron por sus extraordinarios servicios a la comunidad, ninguna como la Guardia Civil se ha relacionado tanto con este adjetivo, aun en uso hoy en día.
Otras curiosidades de la Guardia Civil
Hemos resuelto por qué se llama Benemérita a la Guardia Civil. Pero ¿de dónde viene el nombre real del cuerpo en primera instancia?
Según explica la propia web de la Guardia Civil en el apartado sobre su fundación, el término es una mezcla entre el alemán antiguo y el latín. Del primer idioma se tomó warten, que se traduce como “vigilar”, mientras que el segundo hace referencia a la ciudadanía desde la voz latina civilis.
De este modo, el término designaría a un grupo de agentes que “guarda a los civiles”. Es decir, que los protege de la delincuencia, especialmente común en su tiempo de formación. Y es que, poco después de empezar su trayectoria, tuvieron que enfrentarse a la inestabilidad provocada por la Tercera Guerra Carlista y a bandoleros famosos de la época como El Tempranillo o Luis Candelas. Figuras que, poco a poco, fueron desapareciendo, dando más razones al Estado por las que llamar Benemérita a la Guardia Civil.
Más allá de la etimología: las características de una organización centenaria
El motivo por el que se llama Benemérita a la Guardia Civil no es lo único que puede sorprenderte del cuerpo. Si nos remontamos a sus orígenes, es posible encontrar numerosas peculiaridades relacionadas con su uniforme, su misión o el modelo que el II Duque de Ahumada tomó como referencia para forjar su equipo de agentes especializados.
Este modelo no fue otro que el que su propio padre había ideado cuando propuso —sin éxito— crear la Legión de Salvaguardias Nacionales, inspirada a su vez en la Gendarmería Nacional francesa. Es curioso que el propio país que desestabilizó la seguridad de los caminos españoles en su intento de invasión de 1808 fuera el punto de partida, no solo para la organización del cuerpo, sino también para uno de sus distintivos más reconocibles: el tricornio.
Un sombrero poco práctico
El característico sombrero comenzó siendo de fieltro, un material poco apropiado para las largas jornadas que los guardias pasaban al aire libre. Por ello, se permitió cubrirlo con una funda de hule —una tela impermeable más resistente—, que finalmente fue sustituida por el plástico.
Actualmente, en parte por su falta de practicidad y por su vinculación con la época franquista, el tricornio ha quedado relegado a los desfiles y otras ocasiones de gala. Pero, sin duda, forma parte de la historia de la Guardia Civil, al igual que el porqué de que se llame Benemérita.
De herejes y medidas: unas normas seculares
Las normas fundacionales de la Guardia Civil diferían en varias cosas del cuerpo que conocemos actualmente. Por ejemplo, sus integrantes tenían la obligación de perseguir y entregar a los herejes, una palabra muy lejana para la mayoría de la sociedad moderna.
Además, no tenían permiso para poner ningún tipo de multa o castigo. Debían limitarse a entregar al/la delincuente a las autoridades, un dato que choca con las competencias de las que disfrutan hoy en día.
Otras reglas, sin embargo, sí tienen sus cimientos en aquel decreto del siglo XIX. Por ejemplo, la exigencia de una altura mínima en la Guardia Civil, que se remonta a su fundación, aunque con cambios. Para que te hagas una idea, a los subalternos se les pedía al menos “cinco pies de estatura”, que bajaba a tres para los de caballería. Además, y al igual que hoy se especifica en los requisitos para ser guardia civil, había que tener una educación básica: en este caso, saber leer y escribir.
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