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¿Por qué no hay que automedicarse?

¿Por qué no hay que automedicarse?

Escrito por Jose Carlos Saz

En el post de esta semana, os voy a hablar de una tendencia o habito que solemos hacer de manera casi inconsciente, os hablo de la automedicación. La automedicación es la utilización de medicamentos por iniciativa propia sin ninguna intervención por parte del médico (ni en el diagnóstico de la enfermedad, ni en la prescripción o supervisión del tratamiento). La automedicación es un hábito común en nuestra sociedad y no está exento de riesgos: utilizamos medicamentos para el dolor de cabeza, para problemas gástricos, para relajarnos, para la tos, para la alergia, etc.

Existen medicamentos que no necesitan receta médica, denominados especialidades farmacéuticas publicitarias o EFP. Aun así, que un medicamento sea una EFP y que se dispense sin receta no quiere decir que sea inocuo y no pueda resultar perjudicial en determinadas situaciones, ya que no deja de ser un medicamento. Por este motivo, en caso de cualquier duda se debe consultar al médico o farmacéutico. ¿Quieres formarte en este ámbito y trabajar entre medicamentos? ¡Échale un ojo al Grado Medio en Farmacia y Parafarmacia de CEAC!

Otro caso distinto y muy frecuente de automedicación seria, la automedicación con medicamentos que no son EFP y que tienen que ser prescritos por un médico. Esta es una práctica desaconsejada. Un ejemplo sería la toma de antibióticos sin prescripción médica ante la sospecha de una infección. Los antibióticos no se deben tomar nunca por propia iniciativa sin la supervisión de un médico.

Los medicamentos más demandados para automedicación son:

  • Analgésicos: las cifras disponibles sobre el consumo de estos medicamentos nos indican una exposición masiva de la sociedad a los analgésicos en todos los grupos de edad y para una amplia muestra enfermedades. Cuando se abusa de estos fármacos o se utilizan de forma indiscriminada sin control por un profesional pueden ocasionar efectos adversos graves relacionados con el aparato digestivo o riñón.
  • Antibióticos: los antibióticos son solicitados por los propios pacientes en la consulta, incluso a pesar de un diagnóstico médico infeccioso que no precisa de su uso.
  • Otros reutilizan un envase previo guardado en el botiquín casero o van directamente a la farmacia, piden una marca conocida y se la auto administran ellos o a sus hijos.

Asimismo, según un estudio europeo comparativo reciente, España se encuentra entre los países con mayor grado de automedicación con antibióticos y de acopio de los mismos en el hogar de Europa.

Otros medicamentos también utilizados como automedicación son:

  • Antisépticos tópicos
  • Suplementos vitamínicos y minerales
  • Antigripales y antitusígenos
  • Digestivos, laxantes, antiácidos y antiflatulentos

Consejos básicos sobre la automedicación:

  1. No tome ningún medicamento CON RECETA, sin que haya sido prescrito por un médico.
  2. En el caso de los medicamentos EFP, pida consejo a su farmacéutico.
  3. En caso de embarazo, lactancia materna, presencia de enfermedades crónicas o bien si se trata de niños, consulte siempre al médico antes de tomar ningún medicamento, aunque que sea una EFP.
  4. La duración de la automedicación con EFP tiene que ser razonable. Si los síntomas continúan o su estado empeora consulte a su médico.
  5. Informe a su médico/s de todos los medicamentos que toma o ha tomado (también hierbas medicinales, vitaminas, suplementos dietéticos, homeopatía, etc.).
  6. Lea y conserve el prospecto de todos los medicamentos. Es importante saber que se toma, para que se lo toma, como y cuando se lo toma.
  7. Conserve los medicamentos en su embalaje original. Éste contiene información importante como la caducidad, el lote, si se debe guardar en nevera, etc. Además el embalaje protege el medicamento y garantiza su adecuada conservación.
  8. Evite el consumo de alcohol cuando esté tomando medicamentos porque puede afectar a su capacidad de reacción por ejemplo en la conducción de vehículos o en la realización de otras actividades peligrosas.

10 Razones para no automedicarse

1. Los medicamentos no sólo actúan de acuerdo a sus componentes, sino también según las características particulares de la persona que los ingiere: si alguien está recién operado, por ejemplo, una simple aspirina puede ocasionarle una hemorragia, por sus propiedades anticoagulantes. Y si se toma a diario puede causar úlcera. En niños menores de 15 años, el mismo medicamento puede provocar un trastorno neurológico potencialmente grave llamado Síndrome de Reye.

2. Los fármacos pueden tener efectos colaterales: aunque sirvan para curar la enfermedad para la cual se administran, algunos fármacos tienen efectos colaterales esperables, como sequedad en la boca o insomnio, que deben ser informados al paciente antes de recetarse.

3. Independientemente de la dosis, y aunque no ocurra en todas las personas, los medicamentos pueden tener efectos adversos o indeseados: los corticosteroides, por ejemplo, pueden originar úlcera péptica secundaria; los estrógenos, náuseas, cefalea y mareos; la eritromicina, dolor de estómago y diarrea; antibióticos como la amoxicilina, erupciones cutáneas e incluso shock anafiláctico, que pone en peligro la vida del paciente; y la dipirona –usada como analgésico–, puede ocasionar problemas en la médula ósea e interferir en la producción de células sanguíneas. El médico debe verificar en qué situación los beneficios de un medicamento son mayores que sus riesgos potenciales.

4. Algunos fármacos pueden provocar adicción: las benzodiacepinas, que inhiben el sistema nervioso central, o los antitusivos con codeína pueden originar cuadros adictivos sin que la persona se percate, por eso su uso debe ser estrictamente vigilado por el médico.

5. Al aliviar los síntomas, algunos medicamentos dificultan el diagnóstico: entre ellos, los antipiréticos (que bajan la fiebre), los antieméticos (que impiden el vómito) o los antiespasmódicos (que alivian los dolores abdominales).  Al disminuir la motilidad intestinal, estos últimos, además, bloquean la eliminación del agente patógeno. No los administre sin preguntar al médico.

6. Algunos fármacos pueden provocar intoxicación por sobredosis: según la cantidad ingerida, las benzodiacepinas, por ejemplo, pueden causar desde somnolencia hasta paro respiratorio. En exceso, los antidepresivos ocasionan intoxicaciones graves con alteración del ritmo cardiaco y convulsiones, mientras que los antiinflamatorios pueden causar molestias gástricas y falla renal. La intoxicación por paracetamol es un cuadro grave que puede llevar a la falla hepática: los adultos se intoxican con más de 7,5 gramos al día (15 comprimidos de 500 mg), y los niños, con más de 150 mg por kilo. Por ello, es el pediatra quien debe indicar la dosis según el peso del paciente.

7. Si se administran dosis inferiores a las requeridas, los medicamentos no logran el efecto deseado: ello es especialmente cierto en el caso de los niños, pues las madres tienden a administrar los fármacos en función de la edad y no del peso de sus hijos, o bien acostumbran seguir las indicaciones del envase sin conocer el peso del niño

8. Algunos fármacos producen resistencia: si se administran en forma incorrecta y sin consultar al médico, algunos fármacos fortalecen los agentes infecciosos en vez de debilitarlos. Es el caso de los antibióticos, que por ello solo se venden con receta: al tomarlos, siga estrictamente las instrucciones del especialista, no se salte dosis y complete el tratamiento, aunque ya se sienta mejor.

9. Algunos medicamentos tienen efecto de rebote: al tomarlos sin que sean recetados por el médico, generan una respuesta cada vez peor. Es el caso de los antijaquecosos con ergotamina, por ejemplo, que pueden aumentar el dolor en vez de disminuirlo. Lo mismo puede ocurrir en casos de psoriasis al usar cremas y ungüentos elaborados con corticoide (dato que no siempre aparece en la rotulación).

10. Numerosos medicamentos interactúan entre sí, provocando efectos negativos: los descongestionantes con pseudoesférica, por ejemplo, disminuyen el efecto de los medicamentos utilizados para tratar la presión alta; y la aspirina interactúa negativamente con algunos medicamentos contra la diabetes, como la insulina, aumentando su efecto.

Con este post, he querido recordar un hábito, el de la automedicación, para  que antes de tomar medicamentos por vuestra cuenta, os acordéis de los riesgos a los que nos exponemos.

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