Tratamiento de la autonomía en personas con dependencia
Con el paso de los años, muchas de nuestras capacidades van decreciendo e incluso, algunas de ellas se pierden, y el grado de dependencia se va haciendo más notable. Es por ese motivo que es vital favorecer nuestra autonomía para no dejar de perder nuestra esencia y seguir siendo quienes somos.
Según el SAAD, Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia, y tal como se menciona en el artículo 26, se contempla tres grados de dependencia:
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Grado I de dependencia moderada: cuando la persona necesita ayuda para realizar varias actividades de la vida diaria (ABVD) al menos una vez al día o tiene necesidades de apoyo intermitente o limitado para su autonomía personal.
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Grado II de dependencia severa: cuando la persona necesita ayuda para realizar varias actividades de la vida diaria (ABVD) dos o tres veces al día pero no quiere el apoyo permanente de un cuidador o tiene necesidades de apoyo extenso para su autonomía personal.
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Grado III de gran dependencia: cuando la persona necesita ayuda para realizar varias actividades de la vida diaria (ABVD) varias veces al día y, por su pérdida total de autonomía física, mental, intelectual o sensorial necesita el apoyo indispensable y continuo de otra persona o tiene necesidades de apoyo generalizado para su autonomía personal.
Tras valorar los diferentes grados de autonomía, podemos encontrar unas pautas comunes a fin de favorecer la independencia de cada uno. Podemos adaptar nuestro día a día para facilitar la autonomía de aquellas personas que lo necesitan y de sus cuidadores. Estos se enfrentan a diario a necesidades como el cuidado personal de sus familiares evitando de alguna manera la dependencia que tienen de ellos. A continuación vamos a valorar diferentes maneras de ayudar a fomentar la autonomía de aquellas personas con algún tipo de dependencia. Estas sugerencias no suelen tener un resultado inmediato, pero su uso prolongado y constante, una vez que se incorporan estas pautas a la rutina diaria, permite a los cuidadores encontrar nuevas formas de ayudar a los suyos y a sí mismos.
Acondicionar el entorno
En primer lugar, es importante acondicionar el entorno de la persona dependiente a fin de facilitar conductas independientes. Hemos de tener presente que el entorno donde se ha de realizar tareas cotidianas ha de ser lo más seguro posible, facilitando al mismo tiempo un incremento de la independencia. Por ese motivo valoraremos la presencia de obstáculos y a su vez, intentaremos facilitar la infraestructura del hogar, por ejemplo, se pueden colocar asideros para levantarse del retrete, podemos cambiar la bañera por la ducha y podemos colocar barandillas de agarre a lo largo de las zonas de paso, entre otros.
Conocer bien la situación de la persona dependiente
En segundo lugar, es importante conocer a la persona que tenemos a “nuestro cuidado”. De ese modo sabremos reconocer sus puntos débiles, para ayudarles cuando lo necesiten, y sus puntos fuertes, para reforzarlos y fomentar así el grado de autonomía de cada persona. Los cuidadores que fomentan la autonomía de los suyos prestan también especial atención a las capacidades que éstos tienen preservadas y aunque una persona mayor tenga dificultades para completar actividades cotidianas, como bañarse o vestirse, es posible que todavía puedan afrontar solos alguno de los pasos imprescindibles, como enjabonarse o desvestirse. Antes de ayudarla a realizar una tarea, hay que saber qué cosas puede hacer por sí misma.
Por este motivo, y siguiendo en la línea de lo mencionado hasta el momento, no hay que hacer nada por la persona dependiente que ésta puede hacer por sí misma. Asimismo, y tal y como se ha comentado, hay que fomentar las pequeñas o grandes hazañas que puedan hacer y dedicar tiempo e incluso paciencia para que realicen sus propias tarea. Si se conoce que puede realizar alguna tarea sin ayuda es útil recordárselo y animarle a repetirlo. En caso de que la persona mayor necesite algo de ayuda, es importante ayudarlo, no “suplantarlo” porque de ese modo se fomenta la dependencia.
Fomentar una rutina
En tercer lugar, resulta aconsejable el mantenimiento de rutinas en la medida de lo posible. Aquellas cosas que se realizan de modo rutinario son las que con mayor probabilidad se continúan haciendo. La rutina y el orden en las actividades cotidianas de la vida diaria favorecen que las personas mayores se sientan más seguras de si mismas y se desenvuelvan con un mayor grado de independencia. También es importante contar con toda la ayuda que se dispone, es decir, un cuidador ha de saber pedir ayuda cuando la necesite, porque de lo contrario el paso del tiempo hará que el agotamiento esté presente en su vida diaria, y a largo plazo, esto será un motivo de fracaso para que la persona dependiente goce de una mayor autonomía.
En resumen, el paso de los años es un factor común a todos nosotros, y con él, va ligado la pérdida de varias de nuestras facultades. Intentemos hacer que cada persona sea uno mismo, ayudándoles a fomentar su autonomía.
Curso relacionado: Grado Medio de Técnico en Atención a Personas en Situación de Dependencia
Escrito por Laura Garbayo