Claves para evitar el sexismo en las aulas
La igualdad de género es un tema de que está de rabiosa actualidad pero lo peor es que queda mucho camino por recorrer. Como futuros educadores o profesionales de la educación, debemos trabajar por evitar el sexismo en las aulas y hacer de la igualdad de género un concepto normalizado.
A principios de enero de 2018, apareció una noticia en los periódicos un tanto sorprendente: “Islandia legisla la equiparación salarial entre hombres y mujeres”. Sorprende una noticia así en pleno siglo XXI pero, lo más triste es que sea la primera vez que ocurre.
La igualdad de género es un tema de que está de actualidad pero lo peor es que queda mucho camino por recorrer. Como futuros educadores o profesionales de la educación, debemos trabajar por evitar el sexismo y hacer de la igualdad de género un concepto normalizado, tan normalizado que suene irrisorio pensar que a pesar de las diferencias corporales todos somos iguales ante la ley, las oportunidades, los derechos y deberes y que todos y cada uno de nosotros nos merecemos ser tratados con el mismo respeto independientemente de nuestro sexo o nacionalidad.
A una edad ya temprana, los niños son esponjas que absorben todo lo que ven y lo que oyen de su entorno. Los adultos normalizamos conductas que no deberían serlas e inconscientemente les brindamos patrones a nuestros pequeños que perpetúan esas maneras de hacer y pasan a generaciones futuras. Por ello, es imprescindible que ya desde la edad pre escolar se dé la importancia que merece este tema y que hombres y mujeres trabajemos de forma conjunta para evitar estos estereotipos que no nos benefician a ninguno.
¿Qué podemos hacer desde el aula?
Como bien he mencionado arriba, el ejemplo y la actitud que tomemos en nuestro día a día repercutirá mucho en cuanto al sexismo o la igualdad de género.
- Para empezar, debemos ofrecer patrones de conducta ejemplares. Lo dicho, es importante ofrecerles el ejemplo acompañando el discurso. Si decimos que todos somos iguales ante todo, no tiene sentido que papá nunca pase la fregona en casa ni que mamá no cambie una bombilla fundida.
- Afrontar las diferencias de género. A nivel fisiológico es evidente que hay claras diferencias entre niños y niñas. Como educadores debemos hablar de ellas, afrontarlas y tratar las dudas que surjan. En etapa infantil aprenderán a diferenciar que las niñas tienen vagina y los niños tienen pene. Hacia la etapa adolescente, tratar de romper los tabús sexuales ayudará a normalizar el tema sexual y además será una buena manera de prevenir situaciones indeseables.
- Erradicar los prejuicios e ideas sexistas preconcebidas. A través del pensamiento crítico, lograremos que los niños puedan pensar por sí mismos y evitar las generalizaciones. No pasa nada porque un niño reciba una cocinita como regalo de navidad y la niña un coche o una pelota. Hay que eliminar esa idea obcecada sobre el tema y centrarse en lo que realmente importa: el/la niño/a en sí. Asimismo, gracias al juego cooperativo e inclusivo, podemos trabajar los roles masculino y femenino y darle valor a ambos por igual. No hay que olvidarse del gran valor pedagógico que tiene el juego y el tiempo de ocio en estos casos.
- Trabajar el sentido crítico en el aula. Ya os hablé de ello en otro post que escribí hace un tiempo. Si revisáis, podéis encontrar algunas técnicas sencillas para trabajar en el aula y desarrollar en los pequeños el pensamiento crítico mediante el cual lleguen a la postura más coherente y justificada sobre cualquier tema.
- Enseñar a los niños a compartir tareas. Dentro de sus posibilidades deben darse cuenta de que todos pueden encargarse de todo. Esto es un trabajo que debería ser conjunto entre casa y escuela. Además, habría que intentar hacer un seguimiento durante el desarrollo cognitivo para darnos cuenta de cómo piensa el/la menor y reconducir la situación a través del razonamiento crítico en caso de que sea necesario. Hay que evitar por encima de todo, que nuestros pequeños tengan concepciones erróneas que se pueden solventar con una buena base de aprendizaje.
- Muy ligado a lo anterior, habría que evitar el acceso a estímulos sexistas lo máximo posible. Es un hecho innegable el fácil acceso a estímulos indeseables que promueven una percepción sexista y distorsionada de la realidad. Los adultos tenemos la responsabilidad de proteger a nuestros menores de ello y proporcionarles herramientas para que puedan pensar, razonar y criticar abiertamente y con respeto sobre las cosas.
Como veis, hay mil aspectos a tener en cuenta para tratar de evitar el sexismo en las aulas pero, por encima de todo, hay que darle la importancia que tiene al tema y tratar de trabajar por una coeducación de los niños y niñas que nos libere de ese lastre existente de las diferencias entre hombres y mujeres. Solo así podremos llegar a hablar de igualdad de género.
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