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Los reforzadores —positivos o negativos— fortalecen conductas deseadas al vincularlas con consecuencias agradables o al retirar estímulos adversos.
Para que funcionen, los reforzadores deben aplicarse justo después de la conducta, de forma continua y coherente al inicio, y luego baja la frecuencia cuando el hábito esté establecido.
Es clave usar reforzamientos progresivos (recompensar pasos intermedios) y combinar reforzadores materiales con sociales para mantener la motivación del niño.
Había una vez un experimento científico que os quiero contar…
Unos investigadores cogieron una rata y la pusieron en una jaula, en ella habían instalado un pulsador, que cuando se accionaba caía comida por un tubo. Cuando la rata estaba dentro de la jaula simplemente se movía de manera azarosa por ella, en alguna ocasión pulsaba el pulsador sin querer y entonces caía la comida. Pasado un tiempo observaron que la rata había aprendido a pulsarlo cuando quería comida. ¿Qué había pasado? La rata había realizado un aprendizaje. Se había dado cuenta de que cuando tocaba la palanca obtenía algo que deseaba, es decir, un refuerzo positivo y, por lo tanto, siguió realizando la conducta de tocar la palanca para seguir obteniendo la comida. La rata había asociado un estímulo neutro, en este caso el pulsador, con una consecuencia positiva.
Estos mismos investigadores cogieron esa misma rata y la cambiaron de jaula al cabo de unos días. En esa nueva jaula habían instalado un pulsador al que cuando se accionaba la rata recibía una pequeña descarga eléctrica. Cuando la rata entró en su nueva jaula dispuesta a obtener comida a través del pulsador, se encontró con una consecuencia desagradable. Siguió insistiendo unas cuentas veces más, pero cuando aprendió que cada vez que tocaba el pulsador recibía un estímulo doloroso dejó de tocar el pulsador y lo evitaba a toda costa.
¿Habéis escuchado hablar del conductismo? ¿Os suenan autores como Pavlov, Skinner o Watson? Los reforzadores de aprendizaje son un concepto de la psicología del aprendizaje que surgen a partir de esta orientación psicológica que explica cómo aprendemos las personas. El conductismo parte de la base de que las personas aprendemos a través de las experiencias, y que cuando una persona realiza una conducta y recibe una consecuencia positiva esta tiende a realizar dicha conducta para obtener de nuevo el beneficio y si, en cambio, recibe una consecuencia negativa, evitará realizar de nuevo la conducta para no sufrir la consecuencia desagradable. Evidentemente, las personas no somos ratas de laboratorio, pero lo que descubrieron estos investigadores es que los procesos de aprendizaje mediante reforzadores son los mismos en animales y en humanos.
Si lo que queremos es que el niño mantenga una conducta que consideramos adecuada:
Si lo que queremos es que el niño deje de realizar una conducta que consideramos inadecuada:
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