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Cómo ser catador de vinos

Cómo ser catador de vinos

Escrito por Francesc Olalla

Se podría decir que todo lo relacionado con la enología y el mundo del vino ha dejado de ser una simple moda para convertirse en una realidad que da un valor añadido a toda nuestra oferta tanto gastronómica como turística y, por supuesto, se ha convertido en un pilar importantísimo en la economía por la importancia de montante que gira alrededor de este sector.

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Hasta tal punto se ha popularizado y ha llegado a la cultura popular el universo del vino que, conceptos que para los profesionales están muy claros y delimitados, pueden llevar a la confusión: estoy hablando de las tres figuras principales relacionadas con dicho universo: el enólogo, el sumiller y el catador. Aunque en muchas ocasiones las tres funciones pueden concentrarse en la misma persona, estamos ante tres disciplinas claramente diferenciadas.

Enólogo

Es la persona que se encarga de la elaboración técnica del vino, desde el trabajo en el viñedo eligiendo el tipo de viña adecuado hasta el momento en que la botella perfectamente etiquetada sale de la bodega pasando por todo el proceso de elaboración.

Sumiller

La labor de este profesional está más cercana al cliente y lo encontramos como responsable de seleccionar y comprar los vinos en un establecimiento así como de su conservación, y realizando labores de asesoramiento al cliente.

Catador

Es el encargado de valorar las características del vino y su calidad buscando sus matices, sensaciones y demás propiedades.

El catador de vinos

Vamos a centrarnos en esta última figura, que no por ser, quizá, la más popular de las tres, no es menos importante: el catador. Está de fuera de cualquier duda que detrás del enólogo y del sumiller hay unos estudios oficiales reglados que abren las puertas a esta profesión, sin embargo no existe una formación oficial homologada que prepare al aspirante a catador, lo que parece una paradoja, ya que la labor de la cata es crucial dentro de la viticultura como por ejemplo a la hora de preparar un producto para ofrecerlo al mercado o en la certificación de calidad de vinos y alimentos. El arte de la cata requiere un alto rigor técnico que no está al alcance de todos los olfatos y paladares.

Actualmente la cata profesional tiene una alta salida laboral pero casi siempre asociada a otro tipo de formación como la enología, la ingeniería agrónoma o la biología y la farmacia.

En España, a pesar del peso específico que tiene la gastronomía y el turismo, sobre todo en su vertiente rural y enológico, no existe una formación reglada unificada, y tratándose de una actividad, sino complementaria, sí asociada a otra labor, lo más importante es la práctica y la educación de los sentidos. No obstante, no faltan cursillos ofertados por bodegas, productores y comercializadores que pueden iniciar este fantástico mundo a cualquiera que esté interesado. A partir de esta sencilla base, se trata de probar y probar, lo que conlleva a viajar mucho y a adquirir muchos productos para analizarlos sensorialmente.

Aunque cualquiera que se lo proponga puede llegar a ser catador, no todos llegarán a ser buenos catadores, ya que esta disciplina requiere de una serie de cualidades que no todo el mundo tiene. Coinciden todos los expertos, como podemos comprobar en sus artículos, en que un catador tiene que ser humilde, disciplinado y debe tener criterio propio de manera que no se deje influir por los comentarios de otros catadores, pero un buen catador, además debe tener y entrenar constantemente otras virtudes, vamos a ver algunas de ellas.

  • Sensibilidad sensorial

Para realizar un buen análisis, debemos ser capaces distinguir un gran abanico de matices y saberlos transmitir. Contribuirá a esa sensibilidad evitar el tabaco y otros hábitos saludables.

  • Curiosidad

Esta es la llave de la investigación la cual le llevará a probar y comparar sabores que le proporcionarán elementos de contraste y, por lo tanto, la mejor de las cualidades: experiencia.

  • Objetividad

El catador no debe dejarse llevar por sus gustos y preferencias sino por lo que percibe.

  • Constancia

Cada cata es un grado más en nuestra experiencia, por lo tanto cuanto más investiguemos y probemos, más elementos de juicio tendremos.

  • Paciencia

Un catador puede apreciar matices a los que no sepa poner nombre, por lo que deberá buscar similitudes y tendrá que buscar medios para hacerse entender.

El catador está envuelto de un cierto aire de frivolidad, ya que puede asemejarse a un bebedor, pero mientras que un catador puede ser un bebedor, un bebedor no siempre puede ser catador.

El bebedor disfruta del vino, el catador lo analiza; el primero utiliza el corazón y el segundo la cabeza. Tanto el profesional que ha hecho de su pasión su modus vivendi, como el aficionado que muestra sus destrezas entre amigos tienen en común su afición y el amor al mundo del vino y han conseguido sus conocimientos a través del esfuerzo y, en muchos casos, de forma autodidacta adoctrinando los dos sentidos menos utilizados en el ser humano: el olfato y el gusto. En definitiva es una actividad apasionante…

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