Como detectar necesidades educativas especiales en niños
El término necesidades educativas especiales (NEE) hace referencia a los niños/as que requieren en una parte o en toda su escolarización determinados apoyos, ya sea por tener una discapacidad, ya sea por presentar un trastorno de conducta. ¡Infórmate sobre nuestro curso de educación especial!
En algunos casos, los padres ya son conscientes de estas NEE en sus hijos/as pero otros muchos son avisados por los profesores cuando los niños comienzan el colegio por primera vez. Para muchas familias, por lo tanto, puede ser una auténtica sorpresa descubrir que su hijo/a presenta una necesidad educativa especial. Te contamos cómo detectarlo.
¿Todas las NEE son iguales?
Ni mucho menos todos los niños que presentan NEE muestran las mismas señales de alerta y ahí radica la dificultad en detectar de manera precoz esta problemática. Podemos ver NEE ligadas a:
- Problemas físicos que originan problemas motrices. Por ejemplo: trastornos ortopédicos, niños con parálisis cerebral, etc.
- Discapacidad mental, es decir, niños con un nivel intelectual inferior a la media.
- Discapacidad auditiva total o parcial.
- Discapacidad visual total o parcial.
- Trastornos generalizados del desarrollo. Dentro de este grupo encontramos a niños con trastornos autista, Asperger, desintegrativo o no especificados.
- Problemas en la adquisición y desarrollo del lenguaje.
- Hiperactividad o déficit de atención. Para saber más puedes hacer clic aquí.
- Problemas conductuales, en muchas ocasiones originados por problemas emocionales.
- Altas capacidades. Los niños con altas dotaciones también entran en esta categoría por requerir adaptaciones en el currículum educativo.
- Incorporación tardía al sistema educativo.
Como ves, detectar necesidades educativas especiales no es sencillo vista la diversidad de problemas y trastornos que se pueden incluir. Descubrir que tu hijo presenta una NEE puede asustar pero hacer un diagnóstico precoz puede marcar la diferencia entre una correcta evolución o todo lo contrario.
Cuanto antes podamos comenzar a trabajar con las dificultades que presenta el niño, mejor evolución podremos ver. Por eso es importante estar atentos a signos de alarma que nos pueden indicar sobre la necesidad de consultar con un especialista. Veamos algunos de ellos:
- Bebés que a los 3 meses no sonríen, no fijan la mirada, no sostienen la cabeza, no siguen los objetos o las personas con la mirada, no responden a estímulos auditivos, no muestras interés en coger un objeto y si lo coge no lo aguanta.
- Niños que a los 12 meses no balbucean, no hacen gestos como por ejemplo, decir hola o adiós o señalar. No se comunican, no juegan,…
- Niños que con 2 años no mastican sólidos, no puede subir un pequeño escalón sin ayuda.
- Niños de 3 años que presentan un vocabulario inferior a 50 palabras y no dicen frases de 2 palabras juntas. Tampoco colabora en tareas de autonomía personal como ayudar a vestirse o desvestirse.
- A nivel corporal podemos observar: si hay hipotonía o hipertonía, si hay ausencia de movimientos o movimientos anormales, por ejemplo, repetitivos.
- A nivel de expresividad podemos observar si se dan miedos exagerados, lenguaje fuera de contexto, ausencia de expresión en la mirada.
- A nivel conductual nos puede alertar: apatía por el entorno, aislamiento, agresividad, baja tolerancia a la frustración, conductas ritualistas.
- Niños que olvidan rápidamente lo aprendido.
- Niños que manifiestan poco contacto afectivo con los padres y personas cercanas
- Bebés o niños que no juega, no manipula objetos y da la sensación de que no se lo pasen bien.
Esta lista no pretende ser exhaustiva, pero si que sirve para darnos cuenta de que la mejor manera de detectar si un niño presenta NEE es dedicando tiempo a observarlo de manera atenta. Debemos fijarnos en su manera de relacionarse con otros niños y adultos, sobretodo con los padres y familiares más cercanos. También es necesario prestar atención a su juego (si juega siempre sólo, acompañado, si busca compañía o se aísla, si muestra interés por participar en juegos colectivos o parece que nunca se divierte, si mantiene el contacto ocular o lo evita).
Es importante fijarse en las conductas del niño, sobretodo si se manifiesta de manera violenta, pero también hay que analizar su mundo afectivo y de expresión emocional. La información que nos transmite a nivel no verbal, es decir, corporal nos va a dar muchas pistas: cuerpo muy tenso o muy laxo, movimientos repetitivos, conductas de autolesión, etc. pueden ser signos de alerta. También es necesario conocer los hitos de desarrollo que se esperan para cada franja de edad para poder valorar si su evolución motora, cognitiva, afectiva y social son acordes a la edad o bien si presenta un retraso evolutivo significativo.
En resumen, la observación como instrumento de detección precoz será nuestra mejor herramienta. Seamos padres o profesionales de la educación debemos dedicar tiempo cada día a observar a nuestros hijos y/o alumnos para ser capaces de detectar signos de alerta o ver si se producen cambios significativos en su manera de actuar habitual.
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