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La importancia de la viticultura en España

La importancia de la viticultura en España

Escrito por Francesc Olalla

España, por su ubicación, su clima, sus tradiciones y por otros muchos aspectos, es uno de los países que poseen la mayor riqueza de productos de calidad del mundo. Podríamos hablar del aceite de oliva, de los quesos, del jamón ibérico y toda la chacina del cerdo, de la ternera gallega, del cordero de Aragón, de nuestras costas destacamos el atún de Cádiz, las gambas de Palamós o la anchoa del Cantábrico, en definitiva, la lista puede ser interminable, seguro que me dejo muchos excelentes productos.

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Aspectos de la viticultura en España.

La viticultura es la rama de la horticultura que se encarga del cultivo de la vid en general, sin diferenciar el destino de la misma, ya sea para consumo como uva de mesa, ya sea para la elaboración de vinos y cavas.

A partir de esta disciplina meramente agraria, muchos son los sectores que afectan a la actividad vitivinícola en España. Vamos a hacer un breve recorrido por los más destacados en importancia empezando por el puro y duro cultivo de la vid.

Los números dan una amplia visión de la importancia del cultivo de la vid en España. Somos el tercer país en producción de vino, pero con una producción de casi 40 millones de hectólitros, gran parte de ellos destinados a la exportación, ya que somos el país que más vino destina a la venta exterior o, lo que es lo mismo decir que los vinos españoles se encuentran en cualquier mercado del mundo.

Con una extensión de casi un millón de hectáreas dedicadas al cultivo de la vid, somos el país del planeta que destina mayor superficie a esta actividad. Prácticamente, todas las comunidades autónomas tienen una amplia extensión de terreno destinada a la viña. Según fuentes del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el 50% de esta superficie se encuentra en la Comunidad de Castilla la Mancha, repartiéndose el resto entre todas las comunidades, excepto en Cantabria y Asturias cuya superficie es prácticamente testimonial. Este hecho, y dada la variedad de microclimas que encontramos en la península, ofrece una enorme tipología de vinos, todos ellos de excelente calidad.

Aunque no es especialmente importante la producción destinada al consumo de uva de mesa, ya que solamente ocupa el 10% del total, también se debe considerar, ya que es de una excelente calidad.

En las últimas décadas se han destinado muchos esfuerzos tanto económicos como humanos para la transformación del sector, consiguiendo una viticultura muy competitiva a nivel mundial con unos costes muy ajustados y de una producción de alta calidad gracias a las nuevas tecnologías y a las técnicas de producción innovadoras. No obstante, el sector mantiene amplias zonas destinadas al cultivo ecológico y de carácter tradicional.

Derivado de la viticultura, los empresarios del sector han sabido visualizar una importantísima línea de negocio: estamos hablando del Enoturismo. De esta manera se relaciona esta disciplina con el gran motor económico de España: el turismo.

El turismo del vino ha supuesto una revolución entre los bodegueros a diversos niveles, uno de los más espectaculares se refiere a las grandes obras de remodelación que se han hecho en castillos, masías, pagos y otras edificaciones donde se elaboraba el vino y que en la actualidad, una vez reformadas, albergan restaurantes gastronómicos y pequeños hoteles. Paralelamente a estas reformas, se han construido nuevas bodegas que son verdaderas obras de arte.

En estos hoteles se celebran desde convenciones, a catas y se han convertido en verdaderos centros de mantenimiento y divulgación de las tradiciones de las zonas donde se hallan ubicados.

Es relevante y positivo lo que han supuesto las zonas de producción vitivinícola para las poblaciones cercanas, ya que, gracias a la atracción de visitantes, muchos son los negocios y tradiciones que, no solo han evitado su desaparición, sino que también han gozado de un impulso económico y social, evitando, en cierta manera, la despoblación de algunas zonas.

De esta manera se combina tradición y modernidad: por un lado se han modernizado todos los procesos de producción para obtener el máximo rendimiento al menor coste y, por otro lado, se mantienen las tradiciones como atracción turística asentando unas costumbres culturales que estaban condenadas a su olvido y a su desaparición.

En estas breves líneas hemos visto lo importante que es este sector para la economía de nuestro país. Casi medio millón de personas trabajan directa o indirectamente relacionadas con la viticultura lo que supone más del 2 % del empleo generado en nuestro país. Si a ello sumamos la parte relacionada con el turismo, estamos en condiciones de afirmar que se trata de uno de los motores económicos de España.

Las Administraciones Públicas han sabido darse cuenta de su importancia y no han reparado en inversiones tanto a la producción como a la formación, creando estudios universitarios y ciclos formativos básicos para crear unos profesionales altamente cualificados.

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